domingo, diciembre 06, 2009

POR FIN SE MARCHÓ EL OTOÑO (∑π)


En Granada, en el sur de Europa, cerca del Mediterráno, se puede disfrutar del paso de las estaciones climáticas. Están acompañadas por los cambios en las temperaturas, las precipitaciones, la luz y los olores. Unas y otras estaciones son comprensibles gracias a la interdependencia y la existencia de las demás. El frío típico del invierno contrasta con el calor del verano y con las temperaturas agradables de la primavera y el otoño; las lluvias más abundantes del invierno se opone a la sequía del verano; ... El contraste climatológico entre verano y el invierno parece justificar las transiciones de la primavera y el otoño. Cada momento tiene su especial sensualidad sobredimensionada por estos cambios.
Todavía estoy impresionado por los paisajes del otoño. Hace pocos días los álamos resistían a los pies de la sierra de la Sagra. Ayer, los ginkgos bilobas, únicos en su especie por su antigüedad, origninarios de China, e increíblemente adaptados a Granada nos exhibían sus hojas amarillas que, en breves momentos, iban a ser iluminadas por las luces de la Navidad. Definitivamente el otoño se resistía a abandonarnos aliado con unas temperaturas agradables. Su belleza en este caso nos dejaba, además, especular con las repercusiones del cambio climático (que esperemos que sea adecuádamente abordado en la conferencia de Copenhage que comienza mañana).

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