jueves, julio 26, 2012

PÓNGAME LO MENOS QUE SE DESPACHE (∑π, επ)

Quiero recordar que fue en Chauen, donde me dijo Sebastián se acordó, y corraboró Beatriz, que cuando ellos eran niños, en sus respectivos pueblos, e iban a hacerle un "mandao" a su madre, normalmente a ella, le pedían al tendero: pongame lo menos que se despache (azucar, sal, harina, ...). No recuerdo esa frase exactamente pero si recuerdo la tienda de la esquina, se llamaba Pilar -entre san Pedro Martir y Ancha de la Virgen-, donde mi madre me enviaba; con precisión milimétrica el peso marcaba los gramos (es posible que hasta la mitad del gramo) del nutriente en cuestión; también que la deuda ascendía normalmente como mucho a dos reales de peseta, cuando no un perra gorda o una perra chica o perrilla.
La precisión era tanto de los tenderos como de mi madre que era capaz de calcular lo necesario para cada día, para el desayuno, el almuerzo, la merienda y la cena; primero para tres (progenitores y un servidor), después cuatro, cinco, seis y siete. Considerando además la variedad del menú y las necesidades alimentarias de las distintas edades; soportando las resistencias de los niños ha determinadas comunes; dominando la tecnología de los alimentos -recuerdo que una vez estalló una cocina de petroleo, los rumores de las explosiones de las primeras ollas exprés y del butano; y haciendo compatible todo ello con el resto de las tareas domésticas (llevar y traer los niños al colegio, hacer las camas, la limpieza, coser -en mi familia se reciclaban los vestidos de unos a otros); repasarnos los deberes -eso siempre-). Era una cuestión de equilibrio, de equilibrios dinámicos.
Eran tiempos de pobreza, cuando no de miseria. Aunque pensado desde otro punto de vista lo menos que se despache era un principio ecológico que hacía que nada sobrara.
Conviene recuperar esta memoria para los tiempos que corren, por la crisis, la buena gestión, los equilbrios y los presupuestos de sostenibilidad. 
IMÁGENES: primera: James Sutton, Balance; segunda: Francis Picabia, c.1919

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero... esa mentalidad de usar/comprar lo necesario para el día a día es dificil de mantener hoy en día.

Las tiendas "ultramarinos" de barrio han desaparecido, el pequeño comercio está despareciendo, el tiempo libre de los ciudadanos escasea (porque el tiempo también es capitalismo)... y lo que nos queda son grandes supermercados a los que sólo podemos ir 1/2 veces al mes y llenamos el carro hasta la saciedad porque el marketing funciona y porque nos van inculcando la megacompra, claro... luego acabamos con muchas cosas que se nos echan a perder y acabamos tirando, la máquina funciona.